El arte como enemigo.



Tratar de acercarse a un tema tan espinoso como el fanatismo destructor de obras de arte no es fácil. Y no lo es porque ser testigo de como se volatilizan los restos de otras culturas que  forman parte de la Humanidad no es agradable para nadie, sea experto o no en el tema. Durante algún tiempo he estado buscando información objetiva sobre la destrucción del Patrimonio y sobre todo he encontrado menciones, pero pocos análisis que profundicen en los motivos que llevan a odiar ciertas manifestaciones artísticas y, por lo tanto, desear y ser partícipes de su destrucción.

Parte de la información que voy a resumir a continuación la he obtenido de un documento que encontré en el Dipòsit Digital de la Universitat de Barcelona, de Beatriz Yoldi y Dimitra Gozgou. A quien le interese leerlo íntegramente, puede encontrarlo aquí

Destruyendo el objeto o destruyendo lo que encarna.

La imagen, la obra de arte, siempre representa una idea, es portadora de significado, de modo que siempre provoca respuestas en nosotros, receptores de ese significado en un momento y en un lugar determinados. Para un cristiano, una cruz significa la Pasión de Cristo, su sacrificio y constituye un objeto sagrado. Para un romano, una cruz era un instrumento que se usaba para castigar a los ladrones y a los asesinos, un instrumento de tortura, algo así como lo que para nosotros hoy significa la silla eléctrica. Jamás a un romano se le ocurriría colgarse al cuello y mucho menos adorar una cruz al igual que no se nos ocurriría a nosotros poner en un altar una silla eléctrica. El ser humano siente hacia la obra de arte, es difícil que le deje indiferente. Y es por eso por lo que destruye, porque a veces lo que siente, lo que encarna para él esa representación le resulta hostil y simplemente desea que desaparezca. 

No quiero justificar los hechos, solo tratar de entender el proceso porque creo que es una de las maneras de prevenirlo. Generalmente la prevención se aplica tras la experiencia. Los sistemas de seguridad en museos, bibliotecas y otros lugares custodios de patrimonio histórico - artístico basan sus acciones en experiencias anteriores. Quizá haya que realizar una pequeña - o gran - reflexión sobre las personas, que al final son quienes crean y acaban con la cultura además de encerrar en urnas las obras de arte.

Como se destruye.

Según el texto de Yoldi y Gozgou, hay varias motivaciones para acabar con una obra en concreto: 

- Psicología del agresor. En este punto se afirma que los trastornos psicológicos en los atacantes son casi una constante en cualquier tipo de agresión. Básicamente el objeto representado trasciende su significado y encarna para el agresor una emoción que le resulta insoportable, así que procede a su eliminación. Yo no consideraría esta una motivación aislada, sino presente en todos los casos, porque el hecho de que una obra de arte resulte hostil (por ejemplo, la destrucción de las estatuas asirias del Museo de Mosul por el Estado Islámico) no siempre viene a decir que quien la destruye es un trastornado, pero sí tiene que ver con una percepción subjetiva, personal, hacia el objeto artístico.

- Sensualidad de las imágenes: Para un  historiador, la Maja vestida de Goya tiene mayor valor para la Historia del Arte que La Maja desnuda porque, en resumen, la pincelada y el aspecto del cuadro es mucho más vanguardista en la primera que en la segunda, de carácter mucho más clásico. Sin embargo, la más famosa es la segunda precisamente porque está desnuda. El significado varía, y si dejamos de ver formas, colores y pinceladas, aparece un cuerpo femenino que se identifica como algo vivo que se puede mirar con deleite o bien con deseo de posesión. Si no se puede poseer, surge la rabia y como consecuencia puede aparecer un comportamiento socialmente inaceptable, así que la solución pasa por la agresión o la destrucción del objeto.

Las Majas de Goya. 


 - Motivaciones políticas y religiosas: La obra de arte actúa como reflejo de un momento histórico, con sus valores religiosos, familiares y éticos, o como espejo de situaciones sociopolíticas. Ese modo de entender la vida que representa un objeto artístico no puede variarse ni acoplarse a nuestro modo de entender la vida. El agresor, en este caso, la elimina porque así  acaba con el prototipo que representa. Un ejemplo claro es la destrucción del patrimonio por parte de los yihadistas de aquello anterior al Islam.
Destrucción del Museo de Bagdad.


- El valor otorgado a la obra de arte. Los objetos van cambiando su valor a lo largo del tiempo, ya sea éste de carácter económico, histórico o icónico. Quien ataca a las obras de arte en muchas ocasiones quiere llamar la atención y tener cierto impacto mediático; en este caso no se entiende el ataque si se descontextualiza el objeto del lugar donde se expone o de su valor económico. Hay múltiples ejemplos de agresión u hostilidad al arte contemporáneo precisamente por el valor económico de las obras. Con respecto a éste, los autores afirman que a diferencia de las personas que atacan al arte clásico o tradicional, que suelen tener un perfil generalizado de trastorno mental, éstos son más bien personas críticas que no comprenden los nuevos valores estéticos y antes de que su crítica sea constructiva, pasan a la acción destruyendo o atacando directamente la obra de arte.

Anotación del personal de seguridad de ARTIUM. Fuente: Blog No tocar, por favor. 

En este sentido os recomiendo echar un vistazo al blog No tocar, por favor que reflexiona sobre el comportamiento de los visitantes en el Museo Vasco de Arte Contemporáneo, Artium a partir de las anotaciones del personal de seguridad.

Una vista atrás. Algunos ejemplos. 

Damnatio memoriae o la condena al olvido. 

Si bien el término se acuña durante la época romana, es una práctica que se ha llevado a cabo desde el Antiguo Egipto: el sobrino y sucesor de la reina faraón Hatshepsut (ca. 1490 - 1468 a.C.) hizo borrar sus testimonios y muchas de sus representaciones escultóricas, debido a que éste pensaba que su tía le había usurpado el trono.

Busto de la reina Hatshepsut 

En la Antigua Roma cuando un personaje relevante del Senado moría se emitía un juicio póstumo que decidía si se le divinizaba o bien, en el peor de los casos, si se le sometía a una damnatio memoriae o destrucción del recuerdo, considerando así al fallecido como un enemigo del estado y procediendo a destruir todos sus archivos e imágenes, su recuerdo al fin y al cabo.
Un caso de damnatio memoriae bastante escabroso fue el llevado a cabo por parte del papa Esteban VI, en el año 897 a su antecesor, el papa Formoso, quien fue sometido a juicio y declarado culpable de varios delitos, por lo que se le amputaron los tres dedos de la mano con la que impartía la bendición, considerando que jamás había formado parte del Pontificado y tirando su cadáver al Tíber, donde fue rescatado de las aguas por un monje. Todo esto podría parecer hasta cotidiano si no fuera porque al juicio asistió el cadáver de Formoso, a quien vistieron para la ocasión con ropas clericales.
Actualmente todavía existen ejemplos de Damnatio Memoriae. Sin ir más lejos, cualquiera de nuestros políticos ningunea al anterior en caso de que haya sido de signo contrario. La Casa Real española en febrero de 2013 añadió una entrada al archivo robots.txt que incluía el término "Iñaki Urdangarin", eliminando las búsquedas que Google realiza en la página web de Casa Real.

Si quieres saber más sobre el tema, encontrarás información en el blog Damnatio Memoriae.


El período iconoclasta bizantino. 

En el siglo VIII el poder civil comenzó a rivalizar con el poder religioso, ya que algunas iglesias habían alcanzado una inmensa popularidad gracias a sus iconos, considerados mágicos o milagrosos, con el consecuente enriquecimiento de la iglesia que los poseía. Algunos veían estos iconos como una forma de divulgación del cristianismo, pero otros lo veían como una forma de idolatría pagana, ya que se les otorgaba un valor per se, y no se les consideraba una representación de la divinidad. Históricamente se da por comenzada esta etapa  cuando el emperador León III destruye la imagen de Jesucristo que se encontraba en la puerta de su palacio. Tras estallar la crisis iconoclasta se quemaron gran cantidad de iconos y se destruyeron gran cantidad de frescos y mosaicos, por lo que es muy complicado encontrar mosaicos bizantinos anteriores a esta época, salvo los que se conservaban en el Monte Athos, demasiado aislado para ser víctima del fanatismo iconoclasta. Incluso se sometía a castigos a los artistas que osaran a pintar un icono, quemando sus manos con hierros calentados al rojo vivo. No será hasta el año 843 cuando se permitan las representaciones figurativas de nuevo.

Monte Athos


El ataque de Mary Richardson a la Venus del Espejo. 

En marzo de 1914 la Venus del Espejo de Velázquez recibió cinco cuchilladas por parte de Mary Richardson, una joven sufragista que buscaba, según su declaración ante el juez, destruir a la mujer más bella de la Mitología al igual que el Gobierno estaba destruyendo a Sylvia Pankhurst, el personaje más hermoso de la Historia moderna.
Con esta acción se consiguen tres objetivos: causar atención mediática, atacar lo que encarna la obra de arte (utilización de la mujer como objeto) y agredir a la institución de la que forma parte y todo lo que ella encarna (la National Gallery de Londres).

Cuchilladas de Mary Richardson a la Venus del Espejo de Velázquez. 

A pesar de lo llamativo de los daños, la Venus del Espejo pudo ser restaurada casi íntegramente.


La diosa Cibeles se quedó sin mano.

En varias ocasiones la diosa Cibeles ha sido víctima de ataques por parte de hinchas de fútbol. Este es un claro ejemplo de mutilación para poseer parte de un objeto al que se le ha otorgado un valor determinado.Seguramente quienes robaron la mano de la estatua no saben que se trata de la diosa de la fertilidad, de la Tierra y la agricultura, ni que los leones son Atalanta e Hipomenes después de recibir un duro castigo por parte de la diosa tras practicar sus artes amatorias en el interior de su templo. Básicamente la Cibeles es patrona de su equipo, así que se le otorga un valor distinto al que tiene como obra de arte, y tras la victoria del Madrid, que mejor trofeo que una reliquia.

Detalle de la estatua de Cibeles sin mano en 2002. Fuente: ABC.

Hay muchos ejemplos más, como las sucesivas aniquilaciones de la Biblioteca de Alejandría, las hazañas de la Santa Inquisición Española, las revueltas instigadas por Savonarola en Florencia, las aniquilaciones de arte religioso durante la Guerra Civil Española, las destrucciones de estatuas de líderes políticos, como la de Lenin tras el fin del comunismo o los ataques a sus tumbas, uno de los más recientes, a la tumba de Sadam Husein, ya que este tema podría constituir por sí mismo otro blog. La intolerancia, ignorancia o cambios sociales y políticos, fanatismo o rechazo por provocarnos un sentimiento desagradable, lamentablemente forman parte de nuestra condición humana.


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